Casi pelirrojo
Pues resulta que me encargan leer una cosa de C., un director de cine con gafas muy nombrado y muy locuelo (como es muy secreto, porque yo no puedo sino hacer cosas confidenciales y cruciales en el sino de la humanidad, les cuento con iniciales, como en el Tomate) en la que se pone en solfa las discusiones y aventurillas locas que corrieron los señores padres del psicoanálisis, F y J.
Como no podía ser menos, cuando me duermo, como cada noche, me atormenta una pesadilla en la que (al loro, psicólogos psicopáticos que leen este blog) veo, desde una posición elevada y cenital, cómo me sangra la cabeza desde las partes en las que el cabello me dice adiós. Madre mía...
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