Eres un calavera, macho.
Puede que las circunstancias lo sean todo. O puede que las circunstancias lo fueran todo, pero en estos días de fricalor los aromas se mezclan y uno no se ubica. No se ubica porque no sabe si encogerse para esperar el golpe duro y seco llegando de frente con la calavera sonriendo a escasos centímetros de tu cara, o si coger un cojín y sentarse despacito, acomodarse las lumbares y encenderse un cigarrito aguardando lo que tenga que llegar con una sonrisa menos huesuda que la del chanchullo en sí. Entonces la calavera quizás, y sólo quizás, asustada por nuestra convencida ironía, regrese por donde ha venido y no aparezca nunca más. Esto es mucho pedir, claro.
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Anónimo -
quint -
Anónimo -